Punto de partida

Al final todo vuelve a su punto de partida. Pasa un año o dos, pero te sientes como si nada hubiese cambiado. Va a parecer que solo sé hablar de chicos o amor, pero como aún no he reorientado bien mi blog, voy a escribir sobre las cosas que me pasan. Una vez, pasado y curado el tropezón de CHEMA (me repongo rápido), decidí concentrar las pocas armas de mujer que me quedan en el camarero que cada mañana me sirve atentamente el desayuno. Es impagable la amabilidad y esmero que le pone el chico por la cantidad de preguntas que se pueden formular para hacer de mi desayuno un auténtico acierto. Y lo ha logrado con creces. Hace dos años que lo viene haciendo, siempre con la misma dedicación, pero hoy será la última vez que lo haga. Me marcho de la empresa y por consiguiente del barrio y asi me será imposible verlo regularmente. Tras un intento fallido de interntar vernos fuera de nuestro "ámbito", decidí dejarlo todo en sus manos (insistir no es bueno). Y hoy llegó el dia de la despedida. Sólo he acertado a decir: Me alegro mucho de haberte conocido". Como respuesta dos besos y un ya nos veremos. Fórmula de despedida nada resultona, pero si efectiva. En el fondo me siento "derrotada" por no haber tenido el coraje de haberle dejado mi número de teléfono, pero la sombra de CHEMA es alargada y aún planea sobre mi cabeza. Otra vez será.